De socios en una gran firma a fundadores de una boutique: libertad, riesgos y… ¡gestión de personal!

01 abr. 2025

Lidia Zommer

«Montar un despacho con colegas es fácil. Hacerlo crecer sin perder la esencia y sin que nadie quiera matarse en el proceso, no tanto»

«Ser buenos abogados no basta. Sin estrategia, la boutique soñada puede convertirse en un experimento caótico con nóminas por pagar»

«Dejar una gran firma para montar la propia suena tentador… hasta que descubres que ahora también eres el de contabilidad, marketing y recursos humanos»

Hay un momento en la vida de todo abogado de una gran firma en el que, entre facturar horas como si no hubiera un mañana y preguntarse si alguna vez verá la luz del sol sin reflejarse en la pantalla del ordenador, surge la gran pregunta:

¿Y si montamos nuestro propio despacho?

La idea es atractiva. Libertad total. Elegir clientes. Fijar honorarios sin que te miren con cara de «eso no está en la política de la firma». No tener que reportar cada minuto de tu existencia en un software que registra hasta tu tiempo en el baño.

Pero claro, la independencia suena preciosa hasta que te das cuenta de que ahora también sois responsables del marketing, la contabilidad y de comprar los clips de oficina.

Así que, si estáis considerando dejar vuestra cómoda esclavitud para convertiros en vuestros propios jefes, leed esto antes de lanzaros.

Un nuevo despacho, pero no desde cero (tampoco desde cien)

Buena noticia: si venís de un despacho grande, ya tenéis algo que los demás no tienen: experiencia, procesos, contactos y la posibilidad de empezar con un cierto prestigio personal.

Sí, hay exclientes que os tienen en WhatsApp, pero cuidado con las cláusulas de no captación. Además, aunque no haya restricciones por competencia, la realidad es que muchos clientes prefieren quedarse donde están, porque cambiar de abogado da más pereza que cambiar de compañía de internet.

Por eso, la clave no es «arrastrar clientes» sino construir una marca que haga que nuevos clientes vengan a vosotros. Y eso requiere más estrategia y paciencia de la que uno imagina cuando dice: «yo me monto algo» después de un mal día en la firma.

Crecer sin morir en el intento

Al principio, todo es entusiasmo. Las reuniones fluyen, las decisiones son rápidas y cada caso nuevo se celebra con euforia. Pero conforme el despacho crece y ya no sois cuatro en una oficina, sino veinte con necesidades, expectativas y sueldos que pagar, la dinámica cambia.

La clave está en que el crecimiento sea estratégico, no solo una acumulación de gente. Muchos despachos cometen el error de contratar juniors como si fueran becarios en una start-up de Silicon Valley: esperando que hagan de todo, cobren poco y estén eternamente agradecidos por la oportunidad.

Error.

El equipo que suméis a la firma definirá su futuro. Necesitáis abogados que compartan vuestra visión, pero que también aporten algo nuevo. Porque sí, crecer es emocionante, pero también implica aprender a gestionar equipos, a definir procesos y a tomar decisiones como jefes, algo que nadie te enseñó en la carrera de Derecho.

No, las boutiques no sobreviven bajando tarifas

Uno de los grandes mitos es que los despachos pequeños compiten bajando precios. Como si fueran el Primark de la abogacía. Pero no.

Si hay algo que distingue a una boutique, es que el cliente no es un expediente más en la torre de un socio hiperocupado. Aquí los casos los lidera alguien con experiencia real, no un ejército de juniors que facturan en manada. Y eso es una ventaja… si sabéis venderla bien.

Porque la realidad es esta: si el cliente no ve la diferencia entre contratar vuestra boutique o irse a un despacho con un nombre que impone solo porque todo el mundo asume que ‘lo grande es mejor, os va a pedir un descuento.

Y si empezáis bajando precios, acabaréis compitiendo con el cuñado del cliente que «también sabe de derecho porque una vez se descargó un modelo de contrato de internet».

Spoiler: los clientes no aparecen por arte de magia

Uno de los mayores errores que cometen los abogados al montar su propio despacho es creer que las recomendaciones serán suficientes. Por supuesto, los contactos son clave. Pero lo que nunca sabréis es cuántos clientes potenciales recibieron vuestro nombre y nunca os llamaron porque, al buscaros, no encontraron señales claras de que sois el despacho adecuado para su caso.

El problema es que en la abogacía nadie quiere admitir que el marketing importa. Hasta que se dan cuenta de que las grandes firmas invierten millones en comunicación, visibilidad y posicionamiento. Y ahí es cuando empiezan a buscar soluciones como el fractional marketing jurídico, que les permite acceder a expertos sin asumir los costes fijos de un equipo interno.

Porque si algo está claro es que, en la guerra de la abogacía, el que no se hace notar, no existe.

Independizarse: ¿libertad o más dolores de cabeza?

Al principio, montar un despacho con colegas suena a plan ideal. Todos se conocen, hay confianza y las decisiones son ágiles. Pero cuando la firma crece y ya no sois cuatro en una oficina, sino veinte con necesidades, expectativas y sueldos que pagar, la dinámica cambia.

La clave para que el despacho funcione a largo plazo no es solo ser buenos abogados, sino ser buenos empresarios. Saber cuándo delegar, cuándo invertir y cómo mantener la cultura inicial sin que el crecimiento la diluya.

Porque sí, la independencia es maravillosa. Pero nadie te avisa de que, en cuanto contratas a más de diez personas, empiezas a echar de menos aquellos tiempos en los que vuestra única preocupación era cuántas horas podíais facturar en un día.

Entonces… ¿montamos un despacho o no?

Si tenéis una red de contactos sólida, una visión compartida con vuestros socios y un plan realista de crecimiento, puede ser la mejor decisión de vuestra vida.

Si lo hacéis solo porque estáis hartos de vuestro jefe y creéis que «ser buenos» basta para triunfar, pensadlo dos veces. Porque en esta profesión, el prestigio no se hereda, se construye. Y cuando se trata de construir, hay que estar preparado para todo: desde cerrar clientes hasta aprender a ser jefes.

Porque una cosa es montar un despacho. Y otra, hacerlo crecer de forma inteligente, convirtiéndolo en un proyecto sólido, rentable y donde realmente disfrutéis de la libertad que buscabais.

Artículo original publicado en la Revista AJA

Etiquetas:
Desarrollo de negocio
Buscador de artículos
Últimos Artículos
De socios en una gran firma a fundadores de una boutique: libertad, riesgos y… ¡gestión de personal!
De socios en una gran firma a fundadores de una boutique: libertad, riesgos y…...
01 abr. 2025
Ningún bufete debería dejar de invertir tiempo y recursos en mejorar y proteger su reputación
Ningún bufete debería dejar de invertir tiempo y recursos en mejorar y proteger...
22 mar. 2025
La importancia de invertir en bienestar emocional en el sector legal
La importancia de invertir en bienestar emocional en el sector legal
20 mar. 2025
La dualidad en la comunicación legal: lo que dice el despacho y lo que dicen de él
La dualidad en la comunicación legal: lo que dice el despacho y lo que dicen de...
15 mar. 2025
Por etiquetas
Inkietos
31
Tendencias del sector
15
Finanzas
2
Libro
11
Marketing
14
Innovación
33
Comunicación
13
Gestión del talento
19
Tecnología
25
Desarrollo de negocio
16
Estrategia
4
Estudio
1
Informe
1

Nuestros Partners

Santander
Mutualidad

Newsletter

Recibe mensualmente información relevante de nuestra actividad.