03 nov. 2023
Eugenia Navarro
Querida Lola,
Lola Conde era una de esas personas que dejan huella. La define Javier Illescas como energía y pasión y, es que, así era ella. Lola era capaz de reinventarse y poner ilusión en todo aquello que hacía intentando darle una nueva dimensión.
La conocí en el Banco y la verdad es que me sorprendió su enfoque y su manera de explicar las cosas, haciendo simple lo difícil. Lola participaba en mis cursos de Operaciones Legales y siempre explicaba de manera estupenda lo que a mí me costaba y me cuesta transmitir con claridad: "las operaciones legales son todo lo no legal de lo legal". Siempre me ayudó y participó con alegría en todas las charlas de difusión que le proponía. Mis alumnos la consideraban "inspiradora" y es que ella explicaba las cosas desde su experiencia, desde sus vivencias personales, con las cosas buenas y no tan buenas. A pesar de todo, Lola se consideraba abogada de raza y el derecho era su pasión, así como su banco que lo llevaba marcado a fuego en el corazón.
Lola era conocida y querida por el sector, defensora de la función in-house desde su posición en el ICAM proyecto que empezó con tesón, con la ilusión de colaborar con la sección de ICAB, quienes seguro lloran su pérdida.
Pero ¿quién no conocía a Lola? Amiga de sus amigos, interesada por todo, gran conocedora del sector y de sus gentes, con una sonrisa que regalar y dispuesta a escuchar. Era colaboradora de foros, universidades y siempre abierta a mantener una conversación y ayudar a sus alumnos, expansiva y entrañable a la vez.
Se ha ido, pero será difícil olvidarla: su sonrisa, su humor, su energía y su pasión... difícil de encontrar todo junto en una persona. Solo quiero rendir un pequeño homenaje a Lola, de quien puedo decir que consideraba una amiga y a quien voy a extrañar.
Artículo original publicado en Expansión
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