11 dic. 2024
Carlos García-León
En el competitivo mercado legal actual, la reputación de un despacho de abogados es uno de sus activos más valiosos, un intangible de gran dimensión estratégica y determinante para el éxito de cualquier firma, que construye confianza y abre puertas al futuro.
Llevamos tiempo viviendo en la “economía de la reputación”, un contexto en el que la percepción positiva hacia cualquier organización, incluidos los despachos de abogados, influye en comportamientos favorables: compra de productos y servicios, recomendación o búsqueda de empleo. Estas acciones impactan directamente de manera positiva en los resultados económicos y, por el contrario, una percepción negativa genera reacciones adversas, dañando tanto la imagen como la estabilidad financiera de la organización.
Pero es que en la última edición del informe anual de 2024 de Approaching the Future de Corporate Excellence, la reputación corporativa se posiciona ya como la primera tendencia global y es, además, el asunto que más crece en esfuerzos y recursos dedicados. Nunca antes la reputación había sido tan relevante y necesaria a la vez. Seis de cada diez profesionales consideran que es uno de los intangibles más importantes para sus organizaciones, y más de la mitad trabaja y le dedica recursos de forma prioritaria.
A esta importancia creciente, debemos sumar que en el sector jurídico, como sucede en otros servicios profesionales, la reputación alcanza una dimensión aún mayor, pues varios de sus principales atributos como la calidad, el prestigio, la fiabilidad, la credibilidad y, sobre todo, la confianza, alcanzan una capacidad diferenciadora para atraer y fidelizar clientes (negocio) y profesionales (talento), los dos grupos de interés –stakeholders– más importantes y sobre los que pivotan las firmas de abogados.
Por eso, en el competitivo mundo de los despachos de abogados, la reputación es una garantía de éxito a largo plazo y ningún bufete debería dejar de invertir tiempo y recursos en mejorarla y protegerla. La gestión de una buena reputación en las firmas pasa por hacer un trabajo impecable, dar un excelente servicio al cliente, tener prácticas éticas, una comunicación adecuada y la capacidad de adaptarse a las expectativas de unos stakeholders cada vez más exigentes. En un sector donde la confianza lo es todo, cuidar la reputación es sinónimo de cuidar el futuro del despacho.
Y en este contexto, la comunicación es clave. Los despachos no pueden limitarse a hacer bien su trabajo; deben también comunicarlo de forma efectiva. Una comunicación, ya sea externa o interna, clara y coherente es esencial para proyectar calidad y confianza. Muchos despachos han comprendido esto y llevan invirtiendo años en estrategias de comunicación que les permitan conectar con sus clientes, sus abogados y otros importantes stakeholders, pero otros están transitando este camino con demasiada lentitud.
Una estrategia de comunicación bien planificada y ejecutada no solo permite a las firmas transmitir sus mensajes clave de manera efectiva, sino que también les ayuda a construir y mantener relaciones sólidas con sus stakeholders. Y siempre con un objetivo claro: aumentar o mantener una buena reputación, que es el imán que atrae y fideliza talento, el sello de garantía antes los clientes, y uno de los faros que debería guiar a todas las firmas.
Artículo original publicado en la revista Forbes
Recibe mensualmente información relevante de nuestra actividad.