17 nov. 2023
Eugenia Navarro
En la encrucijada entre la innovación tecnológica y la aplicación de la ley, la inteligencia artificial generativa emerge como un fenómeno transformador en el sector legal.
En un mundo cada vez más digitalizado, las capacidades de la inteligencia artificial para generar contenido "humano-like "plantean interrogantes fundamentales sobre la eficacia, ética y el impacto en la administración de justicia. Nos toca explorar a fondo los diversos aspectos relacionados con la integración de la inteligencia artificial generativa en el ámbito legal, desde sus prometedores avances hasta los desafíos éticos y jurídicos que plantea.
¿Hasta qué punto podemos confiar en sistemas automatizados para interpretar y aplicar la ley? ¿Cuáles son las implicaciones éticas de delegar tareas legales a entidades no humanas?.
Estos son debates abiertos y que creo que aún queda mucho para llegar a unas conclusiones que recojan el futuro de una realidad que está llegando.
Pero, a pesar de que el uso de la tecnología es un tren imparable al que los abogados deben subirse, su futuro estará marcado por la capacidad de adaptarse a un entorno cambiante, la necesidad de un aprendizaje continuo y la capacidad emocional de entender a las personas. Lo vivimos constantemente, no nos gusta tratar con una máquina ni muchos menos hablar con ella.
La necesidad de hablar con una persona es algo natural.
A medida que la tecnología continúa avanzando en el sector legal, la importancia de la parte emocional en el trabajo de un abogado será más crucial. Aunque la tecnología puede automatizar muchas tareas rutinarias, la empatía, la comprensión emocional y la capacidad de conectar con los clientes seguirán siendo habilidades fundamentales para los abogados. Este tipo de habilidades, serán realmente las que nos hagan elegir a un abogado u otro, incluso una firma u otra.
La tecnología puede ayudar en la recopilación y análisis de datos, en la investigación legal e incluso en la redacción de documentos, pero la habilidad para entender las necesidades emocionales de los clientes, comunicarse efectivamente y resolver conflictos será aún más relevante.
Los abogados que sean capaces de combinar habilidades técnicas con empatía y comprensión emocional tendrán una ventaja competitiva, ya que podrán brindar un servicio más completo, más próximo y personalizado a sus clientes en un mundo cada vez más tecnológico.
Este servicio cercano y emocional será la base de la fidelización de clientes.
Así que, ante tanta tecnología, lo humano, será clave en el desarrollo de la profesión y también de las habilidades y competencias necesarias para trabajar no solo en el sector legal si no en la sociedad en general. Algo que deberíamos cuidad en extremo: la formación en competencias y habilidades sociales.
Cada vez estoy más convencida que la tecnología nos llevará a retos que desconocemos, a una evolución de la profesión que pondrá en valor la calidez de la emoción y de lo humano. Estamos en los albores de lo que conllevará la tecnología y especialmente la inteligencia artificial generativa, pero tendremos que formar a nuestros jóvenes en encontrar la diferencia, en ser más brillantes, en buscar la emoción más allá de la igualdad en las respuestas que arroja una máquina y que será capaz de tomar decisiones basadas en probabilidades y datos.
La tecnología, que cada vez será más compleja pero a la vez más fácil de usar, nos llevará a explorar nuevos campos y nuevas especialidades con implicaciones éticas, de desarrollo y de aplicación.
Necesitaremos líderes capaces de gestionar equipos con empatía, rapidez y a la vez generar entornos amables y sostenibles.
Quiero pensar que más tecnología no nos llevara a un futuro de robots, si no a un futuro más emocional donde la diferencia, la marcarán las personas.
Artículo original publicado en Expansión
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