12 sep. 2025
Laura Fauqueur
Hace un par de años, os contaba en este mismo blog que el lenguaje claro tenía ya su propia norma internacional: la ISO 24495-1, publicada en 2023.
Según la norma, un documento redactado en lenguaje claro debe ser:
1. relevante (identificar al lector y el propósito antes de redactar)
2. localizable (estructurar el texto para que el lector encuentre fácilmente la información que necesita)
3. entendible (usar vocabulario usual, frases claras y tono adaptado)
4. utilizable (que el documento cumpla realmente su propósito y permita al usuario actuar con la información recibida).
Esta primera parte de la norma establece los principios generales del lenguaje claro, pero seamos honestos: el mundo del Derecho tiene sus propias peculiaridades. No es lo mismo explicar cómo funciona un electrodoméstico que redactar un contrato o una sentencia. Los conceptos jurídicos, la precisión terminológica y la necesidad de rigor legal requieren un tratamiento específico.
Por ello, vengo hoy a contaros con muchísima ilusión que a finales de agosto se ha publicado la segunda parte de esta norma, la ISO 24495-2 sobre comunicación jurídica.
Reconoce las particularidades de la comunicación jurídica y propone soluciones concretas adicionales. No se trata de simplificar hasta el absurdo, sino de mantener la precisión jurídica mientras hacemos los textos accesibles. Una ecuación compleja que esta norma ayuda a resolver.
La propia ISO lo describe de la siguiente manera: “Este documento explica cómo aplicar los principios de la norma ISO 24495-1 en contextos jurídicos que exigen a los autores alcanzar los siguientes objetivos:
— llegar a múltiples públicos con necesidades diferentes;
— cumplir con los requisitos legales en materia de estructura y diseño;
— explicar conceptos jurídicos complejos y con matices;
— explicar los procesos que deben seguir los lectores para ejercer sus derechos y cumplir con sus obligaciones legales.”
Así, la parte 2 aporta al lector pautas adicionales y específicas para poder cumplir con los 4 principios rectores del lenguaje claro en la comunicación jurídica.
Por ejemplo, la parte 1 (genérica) explica que, para cumplir con el primer principio de relevancia, hay que primero identificar a los distintos tipos de lectores del documento, su propósito, y el contexto en el que lo van a leer. Pues la parte 2 (legal) sugiere además superponer capas de información para adaptarse a distintos tipos de lectores, identificar el contenido adicional relacionado necesario (muchas veces se hacen referencias a leyes o documentos no incluidas en el mismo documento), etc. También nos aconseja tener mucho cuidado a la hora de utilizar plantillas y documentos preexistentes.
Desde mi humilde labor en el grupo de trabajo CTN-UNE 191 / GT 1 de Lenguaje Claro de la Asociación Española de Normalización (UNE), y como experta internacional en el comité ISO TC 37 / WK 11, encargado de desarrollar esta norma, he podido seguir de cerca la elaboración de este nuevo capítulo. Ha sido un reto apasionante: encontrar la manera de que los textos jurídicos sigan siendo técnicamente precisos y, al mismo tiempo, más claros y accesibles.
La ISO 24495-2 no simplifica el Derecho, sino que ofrece herramientas y criterios para que leyes, contratos y otros documentos jurídicos consigan comunicar mejor su propósito.
La claridad no está reñida con la precisión: al contrario, la refuerza. Y en un contexto donde la transparencia y la confianza son esenciales, esta norma abre nuevas posibilidades de innovación en la comunicación jurídica.
Y como toda buena serie, habrá siguiente temporada. La ISO 24495-3, ya en preparación, se centrará en el sector médico. Si en el Derecho hay escritos que parecen jeroglíficos, en Medicina la competencia será dura: entre latinismos y recetas indescifrables, veremos cuál de los dos mundos consigue hablar claro primero.
Artículo original publicado en Abogacía Española
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