11 jul. 2023
Laura Fauqueur
Este mes de junio salió a la luz una nueva ISO que ha tenido muy poca repercusión en los medios de comunicación, pero que quienes nos dedicamos al legal design, o más ampliamente a acercar el derecho al justiciable, hemos celebrado como un gran logro y un respaldo institucional al trabajo que realizamos.
Se trata del ISO 24495 sobre lenguaje claro.
No es un estándar específico para el sector jurídico, sino que es una norma generalista que pretende dar pautas para lograr una comunicación eficaz entre redactor y lector.
La norma (redactada, como no, en lenguaje claro), vincula este concepto a cuatro principios básicos.
Para ser claro, un texto debe ser:
La norma incluye en anexo unas prácticas checklists que permiten redactar un documento asegurándose de que se cumple con todos los requisitos del lenguaje claro.
Si bien esta norma no es específica al sector jurídico pues su propósito es más amplio, los profesionales del ámbito legal no están exentos de su aplicación, sino todo lo contrario.
La premisa básica es que el lenguaje claro se centra en el usuario, es decir, en el lector y, en nuestro caso, en el justiciable.
Sin embargo, una persona que lee de primeras un documento legal (sea una sentencia, un contrato, un auto, etc.) no sabe qué parte del escrito contiene la información verdaderamente relevante para ella, dónde encontrarla, cómo interpretarla, etc.
Así, en el sector de la justicia, la mayoría de las veces, los documentos redactados no sirven su propósito, pues su destinatario no puede utilizar la información recibida sin la ayuda de un profesional.
“Para eso estamos los abogados”, me dirán muchos, “no nos quitéis este papel”, incluso insistirán algunos… y de hecho, eso mismo vaticinaba un anuncio del propio Consejo General de la Abogacía Española hace unos años… Pues no, me niego a creer que el papel de los abogados en nuestra sociedad se limita a ser un mero traductor entre las instituciones y los justiciables.
¿Será que el papel de un médico se limita a traducir las enfermedades desde su nombre en latín a su nombre vulgar?
Que al abogado a menudo le toca este papel, eso sí, pero no por promover una mejor redacción se quedará sin trabajo, sino todo lo contrario. Cuanto más se emplee lenguaje claro en el ámbito jurídico, mejor irá la justicia, pues aparte de reducir la brecha entre ella y los justiciables, permitirá que los términos de los acuerdos si entiendan y se cumplen, que las decisiones se respeten.
Empoderemos a las personas para que acepten o rechacen condiciones y términos entendiendo perfectamente a lo que se comprometen.
Artículo original publicado en el blog de innovación y nuevas tecnologías de la Abogacía Española
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