13 sep. 2024
Concepción Campos
No cabe duda de que la tecnología en general y la Inteligencia Artificial (IA), en particular, está en todas partes y se proyecta en todas las dimensiones de la sociedad, la economía y, por supuesto, de la gestión pública. En especial, la IA presenta una gran potencial en su contribución a alcanzar los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030, una vez traspasado ya el ecuador del plazo impuesto para su cumplimiento. Porque el uso de IA en relación a la consecución de los ODS no es neutro, sino que, en función del enfoque y uso podrá ser positivo o negativo.
Para determinar el grado de afectación, se ha llevado a cabo una investigación (Vinuesa, Hossein Azizpour, Iolanda Leite, Madeline Balaam, Virginia Dignum, Sami Domisch, Anna Felländer, Simone Daniela Langhans, Max Tegmark & Francesco Fuso Nerini- (2020). The role of artificial intelligence in achieving the Sustainable Development Goals Nature Communications 11, 233) en la que se desarrolló un proceso de consulta de expertos basado en el consenso, que alcanzó una doble conclusión:
– La IA puede permitir el logro de 134 objetivos en todos los objetivos,
– pero también puede inhibir 59 objetivos.
Por ello es tan importante tener en cuenta estos factores, y desarrollar una adecuada supervisión regulatoria, una laguna que viene a cubrir el RIA, para asegurar así un uso ético, seguro y confiable de la IA, tanto en el sector público, como privado, pero con una especial apelación al sector público, dada su posición de garante de los derechos de las personas y, en especial, frente a los colectivos más vulnerables.
Recordemos, la tecnología no es un fin en sí mismo. Al contrario, su gran virtualidad es precisamente su carácter instrumental y las posibilidades que ofrece para alcanzar los objetivos correspondientes en el ámbito de la actuación de los poderes públicos, y en el caso que nos ocupa, cómo puede contribuir a la consecución de los ODS y la Agenda 2030 a través de 3 claves
Un análisis de la interacción IA-ODS en tres perspectivas
La IA tiene el potencial de ser una herramienta estratégica en la consecución de la Agenda 2030. Si realizáramos un ejercicio hipotético de revisión de todos y cada uno de los ODS y de las correspondientes 169 metas veríamos en detalle dicha proyección, pero, en particular, vamos a centrarnos en las dimensiones de la innovación y el crecimiento económico, del uso ético y confiable y, por supuesto, en términos medioambientales, en una derivada que, hablando de sostenibilidad, no podemos evitar, como es el impacto en términos de consumo que representan los centros de datos, tan necesarios para la IA, y que nos llevará a una breve reflexión sobre los algoritmos verdes.
1.- Fomento de la innovación y el crecimiento económico para salvar las desigualdades
El desarrollo de la tecnología conlleva también una mayor riqueza y desarrollo económico, pero este crecimiento se está concentrando en los países de mayor desarrollo y calidad de vida, por lo que resulta necesario activar los resortes necesarios para evitar que produzca un efecto indeseado, con mayor desigualdad, sin olvidar el impacto de los posibles sesgos. Para impedir ese escenario, deben tenerse en cuenta otros objetivos estratégicos, relacionados con el empleo, la innovación, la educación y el desarrollo de las ciudades, comprometiendo en esta finalidad múltiples ODS.
El desarrollo de la tecnología conlleva también una mayor riqueza y desarrollo económico, pero este crecimiento se está concentrando en los países de mayor desarrollo y calidad de vida, por lo que resulta necesario activar los resortes necesarios para evitar que produzca un efecto indeseado, con mayor desigualdad, sin olvidar el impacto de los posibles sesgos. Para impedir ese escenario, deben tenerse en cuenta otros objetivos estratégicos, relacionados con el empleo, la innovación, la educación y el desarrollo de las ciudades, comprometiendo en esta finalidad múltiples ODS.
2.- Uso responsable y ético de la Inteligencia Artificial: una proyección interna y externa
Uno de los desafíos de mayor alcance que presenta el uso de la IA es conseguir un uso ético y responsable de la misma, que sea confiable y que impida la desprotección de los derechos de las personas, la discriminación y una mayor profundidad en las brechas de desigualdad. Ahora bien, las posibilidades que ofrece la IA son extraordinarias en términos de oportunidades, pero también de amenazas, que pueden incluir sistemas de puntuación ciudadana, e influir en el comportamiento de las personas, con consecuencias no deseadas. En dicho sentido, el RIA lleva a cabo un enfoque basado en la gestión de riesgos (compliance), estableciendo usos prohibidos y múltiples mecanismos de control en el caso de sistemas de IA categorizados como de alto riesgo (Anexo III RIA).
Porque los riesgos que presenta la IA se proyectan externamente sobre las personas, en términos de puntuación social y posible brecha de discriminación y deben ser tenidos en cuenta por las instituciones, que deben ser fuertes en la gestión de los desafíos que presenta, tanto a efectos regulatorios, como de organización y funcionamiento. Pero también a nivel interno, donde puede citarse, por ejemplo, el uso de la tecnología a través de una herramienta para la prevención y detección de los conflictos de intereses en el marco del sistema de gestión del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, como MINERVA. En positivo, la tecnología también puede ayudar significativamente a mejorar la calidad democrática de las instituciones, por ejemplo, con plataformas de IA que promueven la transparencia, la participación ciudadana y la rendición de cuentas en las administraciones públicas.
3.- Algoritmos verdes para neutralidad: la falta de sostenibilidad ambiental
Uno de los retos a los que se enfrenta el uso intenso y el gran potencial de uso de la IA viene representado por los riesgos para la transición ecológica, por el fuerte consumo de los centros de datos y el impacto, en negativo, en la misma. Este escenario y el conocimiento de los datos del consumo que se está produciendo en la actualidad ha potenciado la exploración de la sostenibilidad ambiental como un elemento clave en el uso de los sistemas de IA y, en particular, la aparición de la noción “algoritmos verdes”. La expresión “Algoritmos verdes”, hace referencia a aquellos algoritmos con los que se pretende reducir el impacto ambiental de las aplicaciones informáticas, y potenciar su uso para encontrar soluciones sostenibles. Al tomar en consideración la eficiencia en términos de recursos, con el uso de este tipo de algoritmos (frente a los algoritmos rojos) se reduce la cantidad de energía requerida para ejecutar un programa o para realizar una tarea de procesamiento
En el plano operativo, recordar que en el año 2022 se aprobaba en España el Programa Nacional de Algoritmos Verdes (PNAV), que tiene como objetivo impulsar una IA Verde por Diseño (Green by Design), De hecho, esta preocupación aparece recogida en la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial (ENIA), aprobada en mayo de 2024, que contempla específicamente el “Desafío social 2: Favorecer a la transición ecológica y a la reducción de la huella de carbono”-
El potencial transformador de la Inteligencia Artificial
En definitiva, la IA tiene el potencial de transformar la manera en que abordamos y alcanzamos los ODS y avanzamos en la Agenda 2030, proporcionando herramientas avanzadas para mejorar la infraestructura, reducir desigualdades y fomentar alianzas efectivas. Su capacidad para analizar grandes volúmenes de datos, predecir tendencias y optimizar procesos puede ser crucial para alcanzar un desarrollo más sostenible e inclusivo, permitiendo la optimización de recursos, la mejora de la eficiencia y la creación de nuevas soluciones innovadoras, y, general, para conseguir la igualdad, que constituye la base misma de la Agenda 2030.
Artículo original publicado en Noticias Jurídicas
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